Comentario
Mientras el Reino Unido experimentaba estas tensiones, provocadas por las exigencias de los radicales y de algunos reformistas sociales, se había producido la muerte de Guillermo IV (junio de 1837) y el acceso al trono de su sobrina Victoria, de dieciocho años, que reinaría hasta 1901. El vizconde Melbourne, que presidía el gobierno liberal, fue ratificado en el poder y se convirtió en mentor de la nueva soberana.El acceso de la nueva reina significaba, por otra parte, que se disolvía la unión dinástica entre el Reino Unido y Hannover, ya que en el reino alemán regía la ley Sálica. El nuevo monarca sería el duque de Cumberland, tío de Victoria.Ésta, que se había criado en un relativo aislamiento, contó en los inicios de su reinado con el asesoramiento de su tío, Leopoldo de Sajonia-Coburgo, rey de los belgas que le proporcionó al barón Stockmar como consejero, a la vez que la reina mejoraba su conocimiento de la práctica constitucional con los consejos de Melbourne.La boda, en 1840, de la joven reina con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo dio consistencia a la institución monárquica, aparte de que la nueva soberana dio pronto muestras de un carácter resuelto aunque prudente. Aunque sus funciones estuvieran muy limitadas, siempre quiso estar bien informada de un gobierno que se ejercía en su nombre. A partir de 1861, con la muerte del príncipe Alberto, sus apariciones públicas se redujeron notablemente, lo que llegó a plantear una grave preocupación entre los líderes políticos. Los nueve hijos fruto del matrimonio permitieron a Victoria emparentar con las grandes casas dinásticas europeas (el futuro emperador de Alemania, Guillermo II, sería nieto suyo, y una nieta suya estaría casada con el zar Nicolás II) lo que proporcionó una notable trascendencia diplomática a sus relaciones familiares.